Algunos tanto y otros tan poco. Son muchos los universitarios que sudan tinta para acabar la carrera y cuando lo hacen sólo piensan aquello de: 'Una y no más'. Cristóbal González Palma es un ejemplo de todo lo contrario. A sus 52 años, aún no ha terminado de saborear su séptima titulación en una vida académica corta, ya que ha simultaneado estudios en dos ocasiones. Primero, Filología Hispánica y Magisterio, y luego, el ciclo superior de Psicopedagogía y Derecho. En total, 16 años y medio de vida dedicada al estudio.
Este engullidor de asignaturas nacido en Fuengirola (Málaga) mira hacia atrás y admite que lo que ha hecho está fuera de lo común, pero asegura que no ha sido premeditado. 'Es algo que viene y que no piensas', argumenta. González recopila ahora todos sus certificados académicos para presentarlos ante un notario y remitirlos al Libro Guinness de los récords.
Ahora, 160 asignaturas después, clasifica su trayectoria en tres etapas. La primera responde a la clásica formación para ejercer una profesión, la de maestro. Así que para abrir el apetito simultaneó Filología Hispánica y Magisterio (ahora Ciencias de la Educación), las cuales acabó en 1979 y en 1977, respectivamente. En esta época ya aparecen las primeras proezas: desde junio de 1976 hasta junio de 1977 superó 11 materias anuales de Hispánica y otras 47 cuatrimestrales de Magisterio. Las 57 en cuatro convocatorias.En aquellos tiempos, aún con la barba a medio hacer, los horarios de los exámenes coincidían y tenía que pedir a los profesores que le dejaran llegar tarde. Tenía que correr desde El Ejido, donde estaba Magisterio, hasta el antiguo convento de San Agustín, que albergaba la rama de Hispánica. Lo único que le fastidiaba era que el segundo examen del día fuera en El Ejido, adonde se llega después de una fatigosa cuesta. Las calificaciones en esta etapa no eran muy brillantes, bastaba con el esfuerzo físico. El quinto curso de Hispánica y las oposiciones a maestro las preparó en el servicio militar.
González Palma aprendió inglés muy joven, cuando en los meses de verano trabajaba como botones o ayudante de recepción en Fuengirola, en plena expansión de la Costa del Sol. Para apuntalar sus conocimientos se matriculó en Anglogermanística (hoy Filología Inglesa). Se la tomó con tranquilidad, a razón de tres asignaturas por curso. Todo un paseo.
Con tres carreras en el saco y siendo ya profesor de instituto en su pueblo, comenzó su carrera política, que duró 16 años, como concejal independiente, a veces en las listas del PSOE. Incluso llegó a ser teniente de alcaldía. Recuerda este periodo como 'embrutecedor'. 'Es un mundo en el que el nivel intelectual desciende', sentencia.
La llegada de la Ley Orgánica de Ordenación del Sistema Educativo (LOGSE), de 1990, y los planes de reciclaje de los profesores para el nuevo sistema hicieron que se matriculara en Ciencias de la Educación en 1992. En 1995 acabó y realizó el curso puente de Psicología, cuyo segundo ciclo superior terminó en el curso 96-97, al mismo tiempo que sacaba los cursos de doctorado en Ciencias de la Educación.
Cristóbal González, conversador impulsivo y amante del orden, culminó su última fase universitaria con un plato fuerte: Derecho, simultaneado con Psicopedagogía. Se convirtió en abogado el pasado mes de febrero. 'Habría terminado en tres años y ocho meses de no ser por un suspenso que tengo recurrido en un juzgado contencioso-administrativo, tema en el que pienso llegar hasta el Tribunal Constitucional', sentencia. A pesar de que sus notas en el resto de la carrera están plagadas de matrículas de honor y sobresalientes, tuvo que acabar Derecho en la Universidad Complutense de Madrid. Allí le dieron sobresaliente en Procesal II.
Asegura que no duerme más de seis horas y que todo es cuestión de organización, como si se tratara de un malabarista que cada vez lanza más pelotas al aire. Y debe ser así, porque Cristóbal González no tiene bastante con las clases en el instituto (Literatura, Inglés e Información y Comunicación), su tesis doctoral, que titulará El profesor principiante en secundaria, un libro que ha empezado sobre el profesorado universitario y su condición de entrenador de baloncesto juvenil. Por si no fuera poco, su despacho desde el que ejerce la abogacía por las tardes aún huele a nuevo. Debutó como letrado en su primer juicio, un litigio familiar sobre parcelas y expropiaciones.
Aunque la voracidad de conocimiento de Cristóbal González no tiene fin, pretende dedicarse más a su familia (mujer, dos hijas y un hijo) y tiene claro si se presentará a las municipales de 2011 por el destrito de Mijas, tras dos legislaturas como concejal por este partido en el ayuntamiento de Fuengirola. Su pasado como colaborador en diversos medios de comunicación le despierta el gusanillo de estudiar Periodismo. Pero, de momento, está dispuesto para el descanso del guerrero.